Los promotores inmobiliarios y su huella de carbono
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Hasta finales de 2021, la RT2012 fijaba objetivos de rendimiento elevados en cuanto al diseño de los edificios, su confort y su consumo energético. Este año, esta normativa ha sido sustituida por la RE2020, que mantiene los objetivos de la RT2012 pero va más lejos, teniendo en cuenta todas las emisiones de los edificios nuevos a lo largo de su ciclo de vida: desde la construcción hasta el final de la vida útil, pasando por la fase de explotación.
Estas normas son evidentemente necesarias y responden, por otro lado, a las expectativas de los compradores, cada vez más sensibles al impacto de los edificios que ocupan sobre el medio ambiente. Pero también están cambiando la forma de trabajar de los promotores inmobiliarios, que han de adaptarse a toda una serie de problemáticas nuevas y a veces delicadas.
Adaptarse al ritmo del mercado y de la normativa
En un momento en que el mercado es especialmente dinámico, con una gran presión inmobiliaria que impone la necesidad de construir rápido y a costes razonables, los requisitos medioambientales y su frecuencia tienden a ralentizar las construcciones nuevas y a hacer subir sus precios.
En este contexto, la relación entre constructores y promotores está cambiando. Si bien el uso de materiales de bajo consumo de carbono se ha convertido casi en un acto reflejo, también podrían surgir nuevos hábitos, como la elección de constructores comprometidos con prácticas responsables: uso de energías con bajas emisiones de carbono en las obras y para el transporte de materiales, clasificación de los residuos y reciclaje, reutilización de los materiales destruidos in situ, integración de la naturaleza y la biodiversidad en los proyectos, implementación de circuitos cortos, etc.
Muchos constructores ya han tomado este tipo de iniciativas, que limitan la huella de carbono tanto de las obras como de los edificios, y que tal vez algún día se incluyan como cláusula en el contrato firmado con los promotores.
¿Habrá pronto un índice de carbono específico para el sector inmobiliario?
Dentro de esa misma lógica, los promotores inmobiliarios se decantan cada vez más por la rehabilitación de terrenos industriales y agrícolas abandonados. Como actores clave de la transformación de las ciudades, ven en ello una oportunidad para limitar el impacto directo sobre el medio ambiente de esos lugares abandonados, a veces en plena naturaleza. Las operaciones de rehabilitación implican la descontaminación de los terrenos y, sobre todo, la posibilidad de reutilizar parcialmente las estructuras existentes para darles una nueva vida.
En un intento de anticiparse a futuras normativas, no es improbable que pronto los promotores tengan que calcular la huella de carbono de las viviendas que ofrecen. Este cálculo tendría en cuenta una serie de criterios de alcance variable, desde la construcción del edificio y/o hasta su explotación, con el fin de permitir a los futuros usuarios conocer todos los detalles a largo plazo.
Bajo la supervisión de la ADEME, cuatro sectores profesionales participan ya voluntariamente en el despliegue del etiquetado medioambiental en Francia: industria textil, mobiliario, hostelería y productos eléctricos y electrónicos, así que ¿por qué no el sector inmobiliario? ¡Permanezca atento!
Nicolas Biais,
Director de Primpromo
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